A. Vermoet
No se lo van a creer. Tras meses de actitudes contrapuestas entre las taifas peperas y ambiguas declaraciones de políticos genoveses del nivelazo de Ana Pastor, Mariano ha puesto el huevo. No sólo tiene una opinión, sino que la ha hecho saber: está en contra de la asignatura. Así lo ha expuesto ante los Consejeros de Educación de las autonomías del PP.
La novedad no es que Rajoy tenga opinión sino que tenga una. Sí porque hasta ahora Mariano estaba a favor de la idiotez de Camps de dar la asignatura en inglés, de la resistencia constitucional de Esperanza Aguirre, de la persecución de La Rioja y Castilla y León a las familias objetoras y del apoyo a la asignatura de UPN en Navarra. No es que no tuviera opinión, es que tenía muchísimas.
El problema no es que el líder de la derecha se pronuncie cuando ya ha empezado el curso, es decir, cuando todas las Comunidades Autónomas ya han desarrollado la normativa estatal. El problema es que no tiene autoridad para imponer su criterio. Gracias a la territorialización del PP que Arenas, Camps y él han impulsado, la Dirección Nacional del PP no tiene nada que decir a las taifas, gobernadas por derechas regionales que no actúan como gobiernos de un partido con una idea nacional de España. Exactamente como advirtieron Mayor Oreja y Álvarez-Casos.
El precedente es obvio. Cuando Zapatero y sus aliados (nacionalistas, comunistas, separatistas y otros) suprimieron el imperativo de que los temarios nacionales se reprodujeran en los planes de estudios de las CC.AA. "en sus propios términos", como establecía la Ley de Calidad, Mariano dijo -y Ana Pastor me aseguró-, que el PP elaboraría unos planes de estudios propios de carácter nacional en Historia, Literatura, Geografía, etc., allí donde gobernaran ellos. Y todo quedó en nada, el primer día de la "negociación" entre autonomías se les descolgó la Navarra de Sanz. Y, por cierto, fue antes de que dependiera parlamentariamente del PSOE navarro.
En fin, gracias las justas. La postura del PP en materia educativa podrá ser mejor o peor, pero su territorialización, su balcanización y su conversión a una coalición de partidos regionalistas conservadores, sumándose así al cambio de régimen, eso sí que no va a tener remedio. ¿Qué se juegan a que la reunión de Génova de hoy no cambia nada?
La novedad no es que Rajoy tenga opinión sino que tenga una. Sí porque hasta ahora Mariano estaba a favor de la idiotez de Camps de dar la asignatura en inglés, de la resistencia constitucional de Esperanza Aguirre, de la persecución de La Rioja y Castilla y León a las familias objetoras y del apoyo a la asignatura de UPN en Navarra. No es que no tuviera opinión, es que tenía muchísimas.
El problema no es que el líder de la derecha se pronuncie cuando ya ha empezado el curso, es decir, cuando todas las Comunidades Autónomas ya han desarrollado la normativa estatal. El problema es que no tiene autoridad para imponer su criterio. Gracias a la territorialización del PP que Arenas, Camps y él han impulsado, la Dirección Nacional del PP no tiene nada que decir a las taifas, gobernadas por derechas regionales que no actúan como gobiernos de un partido con una idea nacional de España. Exactamente como advirtieron Mayor Oreja y Álvarez-Casos.
El precedente es obvio. Cuando Zapatero y sus aliados (nacionalistas, comunistas, separatistas y otros) suprimieron el imperativo de que los temarios nacionales se reprodujeran en los planes de estudios de las CC.AA. "en sus propios términos", como establecía la Ley de Calidad, Mariano dijo -y Ana Pastor me aseguró-, que el PP elaboraría unos planes de estudios propios de carácter nacional en Historia, Literatura, Geografía, etc., allí donde gobernaran ellos. Y todo quedó en nada, el primer día de la "negociación" entre autonomías se les descolgó la Navarra de Sanz. Y, por cierto, fue antes de que dependiera parlamentariamente del PSOE navarro.
En fin, gracias las justas. La postura del PP en materia educativa podrá ser mejor o peor, pero su territorialización, su balcanización y su conversión a una coalición de partidos regionalistas conservadores, sumándose así al cambio de régimen, eso sí que no va a tener remedio. ¿Qué se juegan a que la reunión de Génova de hoy no cambia nada?
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